Pablo Puyol se incorpora a PÓKER DE VOCES

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Dentro del mundo de la actuación hay muchos tópicos. Por ejemplo, que los actores de cine no hacen televisión, que los actores de televisión no saben hacer teatro. También dicen que los actores de musical no saben actuar. Todos los tópicos tienen algo de verdad… pero los que digan esto último posiblemente nunca hayan visto a Gerónimo Rauch llorando con su voz por salvar a Marius ni a David Ordinas seduciendo a la Bella con su pícara sonrisa, que recuperó en "Si no puedo amarla", tras reconocer que empezó como cantante de un grupo heavy.

 

Cuatro actores, cantantes e intérpretes que saben reírse de sí mismos con tal naturalidad que han conseguido ser ellos mismos sobre el escenario, sin máscaras, o con todas las máscaras a la vez, que logran que el público se contagie hasta las lágrimas (por ejemplo con el impagable momento de sor María Rauch o la parodia del Tango de la Cárcel de Chicago, recordando los inicios, que para todos son difíciles). Eso es Póker de Voces. Un espectáculo sencillo, con unos "medios hidráulicos" impresionantes a cargo de Daniel Diges. Casi un show de music-hall que permite descubrir la vis cómica de un actor como Ignasi Vidal, al que es mucho más habitual verlo encarnando al villano de la historia.

 

Una banda en directo y la dramaturgia ágil, que en algunos momentos tiene la virtud de parecer casi improvisada, de Zenón Recalde, permite pasar de momentos hilarantes a otros de gran ternura, como cuando Diges, recuerda a su hijo Galileo (sí, sí, Galileo, como el protagonista de "We will rock you", que él interpretaba) y le dedica Me cuesta tanto Olvidarte, o el Sálvalo de Los miserables que, hasta fuera de contexto, hace escapar alguna lágrima del público, incluso cuando cambia su tempo a uno un tanto más jazzístico que, si cabe, da mayor calidez al tema.

 

Cantar una canción de un musical requiere que el actor sea capaz de encontrar la energía de la canción, pero también la de la historia, algo que resulta perfectamente visible en este montaje en el que las actitudes y las intenciones se van enlazando como en una montaña rusa que atrapa y te arrastra hasta que olvidas que son trozos inconexos de historias. También hay otros temas como el momento cuasi crooner de David Ordinas o una exhibición rockera de Ignasi Vidal, que además nos permite recuperar un musical que pasó, posiblemente, más inadvertido de lo que debería como es Rent.

 

Pero la actuación del Lope de Vega rizó el rizo y encontró un quinto as. Un comodín de 1.90 que sustituirá a Rauch, que ha decidido proseguir con sus estudios de canto lírico y abandonar, esperamos que momentáneamente, a sus compañeros de baraja. Así, con un guiño cómplice en Hoy voy a ser yo, de Jeckyll y Hyde (que abrió y cerró la actuación), Rauch le decía a Pablo Puyol que le dejara la frase por (¿última?) vez. Así que los ases volverán con un "nuevo" espectáculo remodelado para incluir al nuevo trébol de la suerte para disfrute de los espectadores.

 

Y es que una de las grandes virtudes del espectáculo es que si bien las emociones de las canciones se mezclan, la energía de los cuatro actores trabaja en el mismo sentido gracias a la conexión que tienen entre ellos. Los cuatro, un día, en un momento de Los Miserables, decidieron hacer algo juntos y ya han llenado tres teatros. Y por la respuesta del público podría parecer que podrían llenar unos cuantos más con que les dejen un poco de espacio. Y no, no son Il Divo… pero se atreven hasta con Nessun Dorma.

 

 

Un espectáculo diferente, ameno, emocionante, que contagia la positividad y alegría al público de cuatro personas que hacen lo que quieren hacer, y además disfrutan con ellos. Cuatro ases privilegiados y un teatro igualmente afortunado de poder contar con ellos sobre el escenario. No hay dos sin tres, recordaban desde el escenario.

 

Fuente: Entre Bambalinas

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